Habilidad política y negociadora en los emprendimientos sociales

habilidad política y negociadora en los emprendimiento sociales
La habilidad política y negociadora en el conglomerado social es de vital importancia para conciliar objetivos contrapuestos, establecer relaciones efectivas con distintos grupos de interés y consolidar la visibilidad del emprendimiento social.

A través de estas habilidades de liderazgo logran aprovecharse las sinergias entre las distintas actividades y disminuir las tensiones que pueden surgir en el conglomerado por conflictos de interés entre las unidades.
Además, la habilidad política y negociadora de los líderes del conglomerado contribuye a desarrollar alianzas con otras instituciones, para aprovechar economías de escala en los emprendimientos sociales y compartir experiencias, o para que otras organizaciones se unan a la causa o desarrollen iniciativas similares.

Intermón Oxfam (IO) organización española dedicada a la cooperación para el desarrollo y a la ayuda humanitaria en países de América Latina, África y Asia, mantenía varios departamentos trabajando en distintos campos de acción, entre ellos, campañas y estudios, gestión interna, comunicación y marketing, y cooperación internacional.

Las personas que trabajaban en estos departamentos tenían sus propias subculturas, lo que generaba tensiones internas. Por ejemplo, algunos estaban más enfocados en la gestión eficaz y eficiente de la institución, mientras que otros estaban más interesados en la misión y visión organizacionales.

También estaban aquellos que querían que IO se concentrara en la denuncia, y otros más interesados en desarrollar nuevos proyectos. El nombramiento de personal para los puestos clave, la globalización de la organización o la distribución de recursos económicos entre los departamentos, también generaban diferencias que podían llegar a afectar negativamente el desempeño de la organización.

 El entonces director de la organización, Ignasi Carreras, junto con su equipo directivo, enfrentaba el desafío de armonizar estas tensiones internas. Ante la complejidad de la situación, era necesaria la habilidad política y negociadora para que, a pesar de las diferencias, se mantuviera un sentido de estrategia común entre las partes del conglomerado social.

Reforzar los valores de la institución y establecer reglas claras para solucionar  posibles conflictos de interés eran mecanismos para fortalecer la unidad entre departamentos.
 Por ejemplo, IO tenía claro que ante situaciones de potencial conflicto entre el departamento de comunicación y marketing, y el de campañas y estudios, las acciones de este último siempre tenían prioridad.

 Carreras había contribuido a la consolidación y crecimiento de IO sin generar fracturas internas en la organización, gracias a su profesionalidad y a la inquebrantable coherencia entre sus valores y su manera de actuar y gestionar el día a día.

Su habilidad política y negociadora se manifestó en el desarrollo de los procesos de planificación estratégica, donde era necesario balancear distintos intereses que existían en la organización, establecer las prioridades y asignar los recursos a las diferentes actividades.
 En estos procesos no se puede complacer a todos, pero tampoco se debe permitir que, por satisfacer las necesidades de unos, surjan conflictos con otros.

 El liderazgo de los conglomerados deberá utilizar su habilidad política y negociadora para buscar la armonización de tensiones internas y no entablar discusiones que pueden poner en peligro la estabilidad de la institución.

 Lo más importante es mantener la alineación con los valores y la misión de la organización. La habilidad política y negociadora de los líderes de un conglomerado social también se manifiesta en el desarrollo de alianzas estratégicas entre diferentes actores sociales, a través de las cuales se logra aumentar el impacto social de los emprendimientos y se generan amplios beneficios para los socios participantes.

 En 1991, la empresa argentina de golosinas Arcor creó la fundación que llevaba su mismo nombre; su objetivo era profesionalizar sus actividades sociales hacia las comunidades, pues las necesidades de su personal serían atendidas por sus políticas de recursos humanos.

Desde un principio se tenía claro que el trabajo con las comunidades abarcaba más que el lugar donde Arcor tenía sus plantas, por lo que la fundación debía recorrer un camino más amplio.
Los proyectos sociales que desarrollaba la Fundación Arcor estaban enfocados principalmente en el área de la educación para niños y jóvenes.

 Desde sus inicios, la fundación se había dedicado a consolidar su estructura —independiente de la empresa—, a afianzar y profesionalizar su modelo de gestión social, y a crecer.
En el año 2003, se inició un proceso tendiente a retroalimentar las acciones de la fundación con la estrategia de la empresa y a operar como un conglomerado social aprovechando los beneficios que podían generarse en ambas direcciones.

Los líderes de la organización habían establecido alianzas con organizaciones nacionales e internacionales (por ejemplo, la Fundación Interamericana y UNICEF) para desarrollar proyectos en conjunto y aumentar las posibilidades de crecimiento de los emprendimientos sociales.
 Respecto al valor de las alianzas, Claudio Giomi, gerente de la fundación, manifestó: Uno podría pensar que la sinergia más básica es que si somos una entidad que aporta recursos, “sinergizamos” con otras para poder tener más recursos.

Pero en realidad, con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que hay otra cantidad de sinergias que se desarrollan, que tienen que ver con el aprendizaje.
 Hemos aprendido mucho de otras entidades que están más avanzadas en este aspecto, y esto ha sido positivo en cuanto a la complementariedad entre ellas y nosotros.

Hubo un aprendizaje sistematizado en términos de gestión por las implicaciones que conlleva trabajar con otros. También es importante lo que aprendimos sobre acciones y desafíos en diferentes escalas.
Para desarrollar alianzas efectivas, donde ambos socios se vean beneficiados, se necesita coordinar esfuerzos con personal que proviene de otra  cultura organizacional, distribuir responsabilidades y asignar presupuestos, lo que demanda habilidades políticas y de negociación por parte de quienes ejercen el liderazgo del conglomerado social.


 Otro desafío que asumen los líderes de los conglomerados sociales es promover la visibilidad externa de los emprendimientos. Una mayor visibilidad permite que estas iniciativas inspiren a otras organizaciones para que realicen emprendimientos similares o decidan colaborar. 
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Jogly Sú

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