Trabajadores del Desarrollo Social o Empresarios Asalariados


Con mucha tristeza escucho como personas que trabajan en una determinada institución, que trata sobre desarrollo social, dicen que los que promueven el progreso deberían ser ejemplos de desarrollo.

 Si lo pensamos bien, cuando uno entra a trabajar con  cualquier empresa lo hace porque tiene necesidad, si fuera un empresario desarrollado, lo más seguro es que no necesitaría trabajar para otros, pues las exigencias de su empresa no se lo permitirían.

La mayoría de los que trabajamos en desarrollo social, hemos sido personas que dependemos de un salario, nos acostumbramos a eso, si por milagro divino se nos da por emprender algo, a la primera muestra de que  las cosas van mal, dejamos de seguir intentándolo aduciendo pretextos de diversa índole.

 Estamos acostumbrados a esperar el sueldo a fin de mes, nos hace falta y por lo tanto no podemos depender de algo tan incierto como un negocio.

Un compañero le preguntaba a un microempresario que como podía hacer para emprender algo, a lo que le respondió que ni se metiera a tan difícil tarea,  que las cosas no andaban bien con los negocios, que él estaba pensando mejor buscar un empleo, del cual depender con seguridad.

 En este tiempo sobran los pretextos para emprender, pero el más usado es el de la crisis que según se dice no deja que nadie prospere.

La mayoría de empleados, envejecen en un  trabajo, el cual desempeñaban no porque les gustaba, sino porque era al que se habían acostumbrado.

Nadie puede decir que no ha visto a maestros dando clases sin tener ni siquiera  un poquito de vocación para el desempeño de tan loable labor, personas con habilidades para un oficio, desempeñando otro para el cual no están preparadas.

Alguien puede ser experto en hablar y exponer, pero incapaz de realizar actividades que requieran un esfuerzo físico considerable. Lo contrario también es cierto.

Alguien que trabajando para otro, emprende un negocio o microempresa, se da cuenta que debe descuidar su trabajo de asalariado para cuidar su empresita, lo que tarde o temprano le traerá consecuencias desfavorables en su empleo.

Todo empleado de instituciones de Desarrollo Social, con las exigencias que éste trabajo exige, no dispone de tiempo suficiente como para emprender y si lo hace, es a costa de realizar la labor por la que le pagan, de manera mediocre, por salir del paso, sin interés y no dando todo lo que es capaz de dar, descuidando hasta los detalles más sencillos.

Así que cuando alguien que trabaja en Desarrollo Social diga que tiene su negocio y que le va bien en él, o es que ha sabido delegar, o es que no está cumpliendo a cabalidad con su trabajo social.


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Jogly Sú

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