domingo, 19 de agosto de 2012

Prisioneros del sistema


Casi sin excepción, el ser humano avanza hacia la Gran Niveladora, atravesando por etapas evolutivas; en su más tierna edad depende exclusivamente del cuidado atento y amoroso de sus progenitores; más adelante, adaptándose siempre a su entorno e incorporando a su vida los vicios y virtudes de los mayores, depende un poquito más de sí mismo, llega a su adolescencia donde aflora en su espíritu la rebeldía, volviéndose en su mayoría osado y atrevido queriendo no depender de nadie y demostrando al mundo de lo que es capaz. Comete errores y continúa en su peregrinaje por una creación incomprensible, rebosante de complejidades, donde muchas veces  se premia la maldad y se tienen por malo lo bueno. Por un lado siente en su ser  la necesidad de aventura, de desenfreno de libertinaje y por otro la obligación como hijo, como autentico ser humano de doblegarse, de subyugar sus más bajos impulsos en pro de la comodidad que por siglos han buscado sus iguales. Poco a poco va siendo sometido por el sistema, es un ser gregario, aprisionado en las cuerdas de las costumbres y tradiciones, presa de una conjura universal para mantenerlo domesticado, sumiso y dócil, semejante a los zombis de esas cintas cinematográficas  de terror. Perteneciente a esa aglomeración ingente de personas que marcha irremisiblemente hacia lo que sin lugar a dudas será el comienzo de una nueva etapa en éste eterno reverberar del presente.
Si en el umbral de los seniles años sientes el deseo de quitarte la brida, serás como el elefante encadenado a su otrora real atadura, la costumbre será tu ama, tú serás su esclavo. 

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