Demos al pueblo la oportunidad de tomar decisiones

Tengo algunos años desarrollando trabajo social, conozco de cerca las necesidades de nuestra gente del interior del país. Observar el hambre, la intemperie y el abandono que sufren me causa mucha tristeza. No lo digo para obtener el aplauso o la alabanza ajena, sino porque como ser humano, hecho a semejanza de Dios, no me gustaría verme en la misma situación. Como tengo la seguridad que a nadie le gustaría.

La esperanza en que las cosas pueden cambiar está latente. Sé que siempre habrá mejores horizontes. Sin embargo lo que no podemos esperar es que las cosas cambien si no hacemos algo por iniciar el camino del desarrollo.

Nunca podremos alcanzar el progreso de Honduras, haciéndonos los indiferentes ante la tremenda corrupción que impera en las dependencias del estado. En este gobierno como en los anteriores las cosas se han realizado sin transparencia. El pueblo nunca ha sido tomado en cuenta en la toma de decisiones. Por ello los políticos han hecho lo que han querido. Toman decisiones que nos afectan a todos sin que siquiera nos demos cuenta. Peor si esas decisiones se hacen a media noche para que nadie se entere.

No entiendo como en nuestros días las personas siguen aferrándose a colores políticos, a partidos secuestrados por unos pocos sinvergüenzas, que al verlos dando declaraciones percibimos sin dificultad su picardía y vileza.

Hoy se nos presentan una variedad de opciones para votar, pero por favor, veamos, analicemos quien es el que le está dando más participación al pueblo en sus propuestas.

Si nos consideramos demócratas, nuestra opción a la hora de votar ha de ser la que elija a quienes den prioridad al pueblo, a quien lo tome en cuenta a la hora de las grandes decisiones.

Es injusto, desde todo punto de vista, que las grandes decisiones que nos afectan sean tomadas por unos cuantos egoístas. Sin darle al pueblo el lugar que le corresponde.

Elijamos sabia y conscientemente

Dios nos ha dado el libre albedrío para actuar como bien nos parezca. No nos obliga a nada, solamente nos exhorta a través de su Santa Palabra que hagamos lo que es correcto, justo y bueno. Al final somos nosotros los que decidimos.

Dentro de nosotros existe un juez llamado conciencia sea que creamos en El Divino Hacedor del Universo o no. Diariamente nos toca tomar decisiones unas de más importancia que otras, algunas de ellas las haremos influenciados por nuestro ego, otras, sin embargo, producto de la bondad de nuestro corazón.

Nuestro país está sumergido en una de las crisis más drásticas de todos los tiempos, enfrentamos este 24 de Noviembre disyuntivas que nos permitirán elegir nuestro gobierno, el cual durante más de un siglo ha sido el resultado de la imposición por sectores poderosos de nuestro patria y de países extranjeros.

Es de sobra conocido que los gobiernos hondureños han sido manipulados al antojo de elites poderosas en detrimento de las grandes mayorías. Muchas ambiciosas familias han utilizado su status para sacar todo el provecho económico que les han permitido, mientras miles de hondureños se mueren de hambre. No puedo albergar en mí ser la idea de que muchos compatriotas no vean ésta realidad y continúen apoyando a quienes por generaciones se han enriquecido del erario público.

Los hondureños con un poco de conciencia sabrán conocer las indicaciones de la historia, apoyaran con su voto a quienes se puedan acordar de las ingentes necesidades de más de 6 millones de hondureños. A quienes den inicio a una democracia participativa, que permita al pueblo tomar decisiones. No como actualmente sucede que diputados corruptos, egoístas y ambiciosos toman las decisiones para beneficiarse ellos, olvidándose por completo de las funciones para la cual fueron electos, que es el de velar por los elevados objetivos del bienestar colectivo.

¡En el nombre de Dios! apoyemos con nuestro voto a quien aun con sus defectos ha pensado en el pueblo, pueblo. A quien a pesar de su imperfección ha dado muestra de ser parte de un pueblo, que ha luchado por el bienestar de aquellos postergados, explotados humillados y denigrados.

Para los que se dicen cristianos, que no olviden que el Gran Maestro Jesús nos brindó el mejor ejemplo de revolución. En un mundo dominado por elites poderosas, que mantenían a las personas embrutecidas, obligándolas a cumplir con leyes que ni los mismos sacerdotes cumplían, Dios hecho hombre, encarnado en Jesús de Nazaret, el humilde carpintero se reveló contra esas nefastas leyes de “hombres” que lo único que hacían era conservar el privilegio de unos pocos. Mientras las cantidades de almas pobres eran abandonadas a su cruel destino.

No sé si notaran que lo mismo sucede en la actualidad.(por lo visto no, pues siguen votando por los mismos) Los poderosos no quieren perder sus prerrogativas, se oponen abiertamente a que los pobres puedan gozar de una vida mejor. ¡Vale más que son cristianos, que si no lo fueran, la crueldad sería insoportable! ¡Bienaventurado el que se acuerda del pobre; en el día malo lo librará Jehová! Salmos 41:1

Nos creen tontos

O en verdad lo seremos…

Cuando vemos las elocuciones y las posturas de algunos de los candidatos a la presidencia de la república, observamos que la percepción que tienen de los electores hondureños es la de personas carentes de conocimiento e ignorantes en la mayoría de los aspectos de la vida.

Expresan argumentos que demuestran que lo que piensan de nosotros es que somos tontos, incapaces de discernir y de sacar conclusiones. Olvidan que aunque no lo demostremos a veces, podemos colegir de sus miradas, de sus gestos y aún de sus fingidas muestras de cariño, su hipocresía y vileza.

El hondureño actual ya no es tonto, a menos que quiera serlo. Hay una gran diferencia entre parecerlo y serlo. Sabemos que es un deber ejercer el sufragio, pero nadie nos puede obligar a votar por quien no queremos. Aunque con tanta campaña nos pueden influenciar vía mensajes subliminales.

Lo cierto es que no podemos seguir apoyando con nuestro voto a quienes en lo único que han pensado es en luchar por sus propios intereses.

Millones de hondureños carecen de los más elementales medios de subsistencia, sin que la manada de políticos corruptos, muestre siquiera el deseo de hacer algo por ellos.

Miles de hondureños apoyando con su presencia a líderes corruptos que juegan con sus necesidades. Es una lástima que personas capaces, aparentemente, se dejen embaucar por quienes estando en el poder prometen cosas que deberían estar cumpliendo.

Como es posible que ofrezcan algo cuando lleguen a ostentar una determinada posición, si ya están en las posibilidades de cumplirlas en su posición actual. Al hacer este tipo de propuestas, se ponen de manifiesto, como sinvergüenzas, bribones y astutos mercaderes de la política.

Debemos sin temor inclinarnos por las opciones nuevas que presentan diferentes alternativas, por los que tienen la intención de beneficiar a las mayorías y no solo a grupos selectos, que es lo que ha hecho la actual administración y la mayoría de las anteriores.

Honduras un gran país: Realidades

Con una gran molestia racional he considerado algunas de las muchas situaciones anómalas que suceden en nuestra patria:

· Los estratos sociales más poderosos del país son los que por generaciones han establecido las leyes que nos gobiernan, es fácil deducir que los mayores beneficios se los llevaran ellos, en detrimento de los que no tienen voz.

· Los sectores poderosos cercanos al gobierno se han beneficiado por décadas de las concesiones otorgadas por éste. Haciéndose ricos con una facilidad palpable.

· Los reclamos de los pobres en defensa de sus derechos rara o ninguna vez son escuchados.

· Los diputados elegidos como representantes del pueblo, a quien verdaderamente representan es a sus propios intereses.

· Lo que los políticos prometen en tiempo de campaña electoral, no lo cumplirán ni en esta vida ni en la venidera.

· La mayoría de los que se han postulado para algún cargo de elección popular, cuando llegan a él se vuelven corruptos.

· Los funcionarios públicos, salvo raras excepciones, son soberbios, engreídos y petulantes.

· Tan delincuente es el que asesina, asalta o viola como lo es el funcionario público corrupto. Solo que para este no hay cárcel.

· Son miles los que quieren introducirse en cargos de elección popular, llegando incluso a denigrar, mentir, sobornar y aun asesinar por estar en ellos.

· El pueblo muestra signos de masoquismo. Siente placer en su sufrimiento.

· La única manera en que el pueblo puede reivindicar sus derechos es en la calle, por la fuerza del reclamo masivo.

· Para ser diputado hay que ser rico, forzosamente. La campaña electoral es cara.